La obra de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann
(1776-1822) es el testimonio de un espíritu libre y vigoroso, de
un agudísimo y perspicaz conocedor de las interioridades y resortes
de la sociedad de su época, así como de la naturaleza humana.
En todos sus escritos se respira esa bocanada de aire fresco característica
del creador que explora por primera vez territorios no hollados. Hoffmann
se enfrenta a la realidad siguiendo los cánones del Romanticismo:
«Escribir (componer, crear) basándose sólo en la realidad
vista con los ojos del alma, sentida con su tacto.» Lo «real»,
pues, no sería sino el conjunto de todo lo «visto» y
«sentido» interiormente y no el feudo exclusivo de la razón
común, eficaz a veces para expresarlo. Estas Trece historias
siniestras y nocturnas son, pues, producto de la descripción
fiel de la realidad vista y sentida con el ojo del alma, que penetra e
indaga más allá de las apariencias ?anticipándose
al psicoanálisis? para vislumbrar la cara oculta de la Naturaleza
y de lo cotidiano. El leve estremecimiento placentero que sentimos al comienzo
de estas «piezas fantásticas», algunas de ellas verdaderamente
«góticas», se torna poco a poco en escalofrío,
mezcla de terror y premonición, ante el desarrollo de los acontecimientos:
lo cotidiano da paso a lo siniestro y la cara oculta de las pasiones humanas
aparece ante el sorprendido lector desnuda, en su cruda y gélida
intimidad.