Cuando por curiosidad, el protagonista de esta novela decide acudir a un  curandero antes de finalizar sus vacaciones en Bali, está lejos de  sospechar que padece «infelicidad». Se inicia entonces una larga y  fructífera conversación con el curandero en la que Julian verá  derrumbarse, uno a uno, los pilares que sostienen su vida. Como muchos  occidentales, Julian ha llevado siempre una vida muy ajetreada  aparentemente feliz y exitosa, pero que esconde en realidad un poso de  amargura que amenaza con arruinar su vida. A lo largo de sus repetidos  encuentros con el curandero, Julian deberá descubrir cómo liberarse de  lo que le impide ser realmente feliz y decidirá tomar, por fin, las  riendas de su vida. Una reflexión, en forma de parábola, acerca del  auténtico sentido de la felicidad.